Las metas madre
La queja contra la lluvia de cifras en los mensajes presidenciales es engreída y premoderna. Una autoridad tiene que rendir cuentas, y eso significa hacerlo con cifras. Pero, claro, tienen que ser cifras inteligentes. Se ha beneficiado a 4 millones con agua potable, sí, pero no se dijo cuál es la meta, cuántos faltan, cuándo la tendrán todos. Eso es lo que interesa. De lo contrario, las cifras no significan nada, carecen de perspectiva y, por lo tanto, solo aturden. Lo que debe haber es un conjunto de metas, cuánto se ha avanzado y por qué, qué se hizo bien y qué no se hizo. Y organizar el discurso entero en función de eso.
Hay metas madre como la reducción del oprobio de la pobreza y de la desnutrición infantil. El gran avance de este gobierno es que ahora tenemos esas metas, y el gran avance del país es que podemos darnos el lujo de tenerlas, porque ahora crecemos de manera sostenida. En los setenta y ochenta solo incrementábamos la pobreza o la reducíamos ilusoria y transitoriamente; no podíamos siquiera fijarnos metas. Pero en los últimos 18 años la pobreza ha bajado de 57% en 1991 a 34% en el 2009. ¡Se ha reducido casi a la mitad! Esa es la gran noticia. Ahora la meta es reducirla a 30% en el 2011 y a 10% en el 2021. Parece un sueño para quienes vivimos las épocas en las que se debatía si el Perú era viable. Faltó precisar la nueva meta para la reducción de la desnutrición infantil.
Todas las acciones del Gobierno deberían evaluarse según la medida en que contribuyen a esas metas madre. Las políticas agrarias, por ejemplo, ¿han contribuido o no a reducir la pobreza y la desnutrición infantil? Me temo que no mucho. Si no contribuyen, deben discontinuarse o corregirse. Esa es la idea de las reformas, de la reforma permanente, un medio para avanzar más rápidamente. No es cierto que el Gobierno no esté llevando adelante reformas: en educación, por ejemplo, la carrera magisterial es una verdadera revolución, si se implementa bien: faltó discutir los problemas de su implementación.
En esa línea, qué importantes son las evaluaciones independientes que contrata el MEF, como la última sobre el Seguro Integral de Salud, que precisa los porcentajes de filtración y cómo se ha incrementado la cobertura de los más pobres pero cómo, sin embargo, el gasto tiende a desplazarse hacia los quintiles más ricos: en el discurso no se discutió esto y más bien se presentó como un avance la extensión del aseguramiento universal de los tres departamentos más pobres directamente a Lima, un salto de garrocha que solo servirá para concentrar aun más gasto en los quintiles más ricos. Pero el solo hecho de que estemos discutiendo estas cosas ya es un avance gigantesco. ¡Arriba Perú!
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