siempre que hay una crisis del capitalismo le ecehan la culpa al capitalismo o al libremercado. Pero no reconocen los ideologos de la regulacion que a veces el exceso de regulacion es el que distorsiona el capitalismo y el mercado.
El monopolio de dos empresas de hipotecas para casas en USA que antes fue una empresa creada por el gobierno permitio la burbuja hipotecaria y la crisis financiera. Si al privatizar esa empresa estatal la hubieran divido en 6 u ocho empresas o bancos eso hubiera regulado mas la burbuja que ponerle topes a los vendedores de hipotecas. El ser humano siempre ganar mas dinero salvo aquel que carezca de ambicion. Y no es solo avaricia sino afan de poder, un instinto muy humano. No fue el mercado el que no regulo. Fue el monopolio el que no mermitio la autoregulacion del mercado.
Igual el sistema de salud de usa es malo porque es monopolico. El empleado no puede escoger su seguro su clinica o su medico como en el Peru. Asi como puede funcionar el mercado.La unica forma de abaratar los costos de salud es con compètencia. Si el usuario no puede elegir como puede haber competencia. Con quien compite ESSALUD? por ejmplo.
siempre habra los ideologos de la regulacion. Esa es una inclinacion muy humana. De controlarlo todo. Es hasta una cualidad o rasgo femenino .Los liberales quiene regular todo en la sociedad pero en la familia liberarizarlo todo. El sexo la educacion, la religion, las dietas de los ninos, quieren tratar a los ninos como adultos pero despues cuando ese nino es adulto y ha crecido sin disciplina quien regularlo en la sociedad pero ya es demasiado tarde.
Pero los mercados sin regulacion fue una receta del secretario de la reserva Geenspan eb la decada del 80 ante la situacion del pobre crecimiento economico de USA en esa decada. Y los creditos hipotecarios fue parte da la estrategia. Acuerdense que los bancos financieron de hipotecas al principio fueron estatales creados por el gobierno. Luego cuando se privatizaron se convirtieron en un monopolio. Y ya sabemos que la mejor forma de regular un mercado es a traves de la competencia.
Pero la economia de mercado no significa que no haya una politica laboral por parte del estado o el gobierno. Y ya sabemos que durante este tiempo de ideologia de libre mercado ha habido mucho protecionismo de los mercados americanos y de las empresas americanas. Esto obviamente ha sido gracias al impulso de los liberales, de la izquierda americana. Es cierto que los liberales han presionado que se gaste mas para sostener los gastos sociales y el creciemiento pero tambien los conservadores. Mucho de lo que se consume en usa se produce fuera de USA. Porque es mas barato hacerlo.
Entonces todo lo que le pasa al capitalismo no es culpa del mercado. Muchas veces suceden crisis y cosas justamente por falta de mercado. Por exceso de regulacion por exceso de gasto indiscriminado. Ted Keneddy ha sido uno de los legisladores mas inflluyentes de USA en los utimos 60 anos. JuSTAmente sus leyes reguladoras y liberales consideran algunos que son culpables de muchas de las distorsiones del capitalismo. En algun momento una americana sin trabajo y sin esposo recibia una subvencion del gobierno. El reultado fue que las afromericanas tenian varios hijos para tener varias subvenciones.Este es una ejemplo de como una regulacion o programa social mal pensada genera deficit fiscal distorsiones. Eso no quiere decir que no deban existir los programas sociales menos en paises como el nuestro.Ni fondos de ayuda. Son complementos pero no pueden ser la base del financiamiento social. Cosas como estas ha sido productos ideologicos de los liberales, no de los conservadores de la ideologia del capitalismo como dice el Nobel.
El capitalismo no es una ideologia como el comunismo. Es un producto natural creado por el ser humano.
c mori
NEW YORK – Tan sólo unos años atrás, una poderosa ideología – la creencia en los mercados libres y sin restricciones – llevó al mundo al borde de la ruina. Incluso en sus días de apogeo, desde principios de los años ochenta hasta el año 2007, el capitalismo desregulado al estilo estadounidense trajo mayor bienestar material sólo para los más ricos en el país más rico del mundo. De hecho, a lo largo de los 30 años de ascenso de esta ideología, la mayoría de los estadounidenses vieron que sus ingresos declinaban o se estancaban año tras año.
Es más, el crecimiento de la producción en los Estados Unidos no fue económicamente sostenible. Con tanto del ingreso nacional de los EE.UU. yendo destinado para tan pocos, el crecimiento sólo podía continuar a través del consumo financiado por una creciente acumulación de la deuda.
Yo estaba entre aquellos que esperaban que, de alguna manera, la crisis financiera pudiera enseñar a los estadounidenses (y a otros) una lección acerca de la necesidad de mayor igualdad, una regulación más fuerte y mejor equilibrio entre el mercado y el gobierno. Desgraciadamente, ese no ha sido el caso. Al contrario, un resurgimiento de la economía de la derecha, impulsado, como siempre, por ideología e intereses especiales, una vez más amenaza a la economía mundial – o al menos a las economías de Europa y América, donde estas ideas continúan floreciendo.
En los EE.UU., este resurgimiento de la derecha, cuyos partidarios, evidentemente, pretenden derogar las leyes básicas de las matemáticas y la economía, amenaza con obligar a una moratoria de la deuda nacional. Si el Congreso ordena gastos que superan a los ingresos, habrá un déficit, y ese déficit debe ser financiado. En vez de equilibrar cuidadosamente los beneficios de cada programa de gasto público con los costos de aumentar los impuestos para financiar dichos beneficios, la derecha busca utilizar un pesado martillo – no permitir que la deuda nacional se incremente, lo que fuerza a los gastos a limitarse a los impuestos.
Esto deja abierta la interrogante sobre qué gastos obtienen prioridad – y si los gastos para pagar intereses sobre la deuda nacional no la obtienen, una moratoria es inevitable. Además, recortar los gastos ahora, en medio de una crisis en curso provocada por la ideología de libre mercado, simple e inevitablemente sólo prolongaría la recesión.
Hace una década, en medio de un auge económico, los EE.UU. enfrentaba un superávit tan grande que amenazó con eliminar la deuda nacional. Incosteables reducciones de impuestos y guerras, una recesión importante y crecientes costos de atención de salud – impulsados en parte por el compromiso de la administración de George W. Bush de otorgar a las compañías farmacéuticas rienda suelta en la fijación de precios, incluso con dinero del gobierno en juego – rápidamente transformaron un enorme superávit en déficits récord en tiempos de paz.
Los remedios para el déficit de EE.UU. surgen inmediatamente de este diagnóstico: se debe poner a los Estados Unidos a trabajar mediante el estímulo de la economía; se debe poner fin a las guerras sin sentido; controlar los costos militares y de drogas; y aumentar impuestos, al menos a los más ricos. Pero, la derecha no quiere saber nada de esto, y en su lugar de ello, está presionando para obtener aún más reducciones de impuestos para las corporaciones y los ricos, junto con los recortes de gastos en inversiones y protección social que ponen el futuro de la economía de los EE.UU. en peligro y que destruyen lo que queda del contrato social. Mientras tanto, el sector financiero de EE.UU. ha estado presionando fuertemente para liberarse de las regulaciones, de modo que pueda volver a sus anteriores formas desastrosas y despreocupadas de proceder.
Pero las cosas están un poco mejor en Europa. Mientras Grecia y otros países enfrentan crisis, la medicina en boga consiste simplemente en paquetes de austeridad y privatización desgastados por el tiempo, los cuales meramente dejarán a los países que los adoptan más pobres y vulnerables. Esta medicina fracasó en el Este de Asia, América Latina, y en otros lugares, y fracasará también en Europa en esta ronda. De hecho, ya ha fracasado en Irlanda, Letonia y Grecia.
Hay una alternativa: una estrategia de crecimiento económico apoyada por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional. El crecimiento restauraría la confianza de que Grecia podría reembolsar sus deudas, haciendo que las tasas de interés bajen y dejando más espacio fiscal para más inversiones que propicien el crecimiento. El crecimiento por sí mismo aumenta los ingresos por impuestos y reduce la necesidad de gastos sociales, como ser las prestaciones de desempleo. Además, la confianza que esto engendra conduce aún a más crecimiento.
Lamentablemente, los mercados financieros y los economistas de derecha han entendido el problema exactamente al revés: ellos creen que la austeridad produce confianza, y que la confianza produce crecimiento. Pero la austeridad socava el crecimiento, empeorando la situación fiscal del gobierno, o al menos produciendo menos mejoras que las prometidas por los promotores de la austeridad. En ambos casos, se socava la confianza y una espiral descendente se pone en marcha.
¿Realmente necesitamos otro experimento costoso con ideas que han fracasado repetidamente? No deberíamos, y sin embargo, parece cada vez más que vamos a tener que soportar otro. Un fracaso en Europa o en Estados Unidos para volver al crecimiento sólido sería malo para la economía mundial. Un fracaso en ambos lugares sería desastroso – incluso si los principales países emergentes hubieran logrado un crecimiento auto-sostenible. Lamentablemente, a menos que prevalezcan las mentes sabias, este es el camino al cual el mundo se dirige.
Joseph E. Stiglitz es profesor de la Universidad de Columbia, Premio Nobel de Economía y autor de Freefall: Free Markets and the Sinking of the Global Economy.
Copyright: Project Syndicate, 2011.
www.project-syndicate.org Para escuchar un podcast de este comentario en inglés, utilice este vínculo:
http://media.blubrry.com/ps/media.libsyn.com/media/ps/stiglitz140.mp3 Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos
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---------- Mensaje reenviado ----------
De:
Victor Zamora <victor@victorzamora.com> Fecha: 7 de julio de 2011 10:03
Asunto: [SANFERNANDOPERU] La crisis ideológica del capitalismo occidental - Joseph E. Stiglitz
Para:
La crisis ideológica del capitalismo occidental
Joseph E. Stiglitz es profesor de la Universidad de Columbia, Premio Nobel de Economía y autor de Freefall: Free Markets and the Sinking of the Global Economy.
NEW YORK – Tan sólo unos años atrás, una poderosa ideología – la creencia en los mercados libres y sin restricciones – llevó al mundo al borde de la ruina. Incluso en sus días de apogeo, desde principios de los años ochenta hasta el año 2007, el capitalismo desregulado al estilo estadounidense trajo mayor bienestar material sólo para los más ricos en el país más rico del mundo. De hecho, a lo largo de los 30 años de ascenso de esta ideología, la mayoría de los estadounidenses vieron que sus ingresos declinaban o se estancaban año tras año.
Es más, el crecimiento de la producción en los Estados Unidos no fue económicamente sostenible. Con tanto del ingreso nacional de los EE.UU. yendo destinado para tan pocos, el crecimiento sólo podía continuar a través del consumo financiado por una creciente acumulación de la deuda.
Yo estaba entre aquellos que esperaban que, de alguna manera, la crisis financiera pudiera enseñar a los estadounidenses (y a otros) una lección acerca de la necesidad de mayor igualdad, una regulación más fuerte y mejor equilibrio entre el mercado y el gobierno. Desgraciadamente, ese no ha sido el caso. Al contrario, un resurgimiento de la economía de la derecha, impulsado, como siempre, por ideología e intereses especiales, una vez más amenaza a la economía mundial – o al menos a las economías de Europa y América, donde estas ideas continúan floreciendo.
En los EE.UU., este resurgimiento de la derecha, cuyos partidarios, evidentemente, pretenden derogar las leyes básicas de las matemáticas y la economía, amenaza con obligar a una moratoria de la deuda nacional. Si el Congreso ordena gastos que superan a los ingresos, habrá un déficit, y ese déficit debe ser financiado. En vez de equilibrar cuidadosamente los beneficios de cada programa de gasto público con los costos de aumentar los impuestos para financiar dichos beneficios, la derecha busca utilizar un pesado martillo – no permitir que la deuda nacional se incremente, lo que fuerza a los gastos a limitarse a los impuestos.
Esto deja abierta la interrogante sobre qué gastos obtienen prioridad – y si los gastos para pagar intereses sobre la deuda nacional no la obtienen, una moratoria es inevitable. Además, recortar los gastos ahora, en medio de una crisis en curso provocada por la ideología de libre mercado, simple e inevitablemente sólo prolongaría la recesión.
Hace una década, en medio de un auge económico, los EE.UU. enfrentaba un superávit tan grande que amenazó con eliminar la deuda nacional. Incosteables reducciones de impuestos y guerras, una recesión importante y crecientes costos de atención de salud – impulsados en parte por el compromiso de la administración de George W. Bush de otorgar a las compañías farmacéuticas rienda suelta en la fijación de precios, incluso con dinero del gobierno en juego – rápidamente transformaron un enorme superávit en déficits récord en tiempos de paz.
Los remedios para el déficit de EE.UU. surgen inmediatamente de este diagnóstico: se debe poner a los Estados Unidos a trabajar mediante el estímulo de la economía; se debe poner fin a las guerras sin sentido; controlar los costos militares y de drogas; y aumentar impuestos, al menos a los más ricos. Pero, la derecha no quiere saber nada de esto, y en su lugar de ello, está presionando para obtener aún más reducciones de impuestos para las corporaciones y los ricos, junto con los recortes de gastos en inversiones y protección social que ponen el futuro de la economía de los EE.UU. en peligro y que destruyen lo que queda del contrato social. Mientras tanto, el sector financiero de EE.UU. ha estado presionando fuertemente para liberarse de las regulaciones, de modo que pueda volver a sus anteriores formas desastrosas y despreocupadas de proceder.
Pero las cosas están un poco mejor en Europa. Mientras Grecia y otros países enfrentan crisis, la medicina en boga consiste simplemente en paquetes de austeridad y privatización desgastados por el tiempo, los cuales meramente dejarán a los países que los adoptan más pobres y vulnerables. Esta medicina fracasó en el Este de Asia, América Latina, y en otros lugares, y fracasará también en Europa en esta ronda. De hecho, ya ha fracasado en Irlanda, Letonia y Grecia.
Hay una alternativa: una estrategia de crecimiento económico apoyada por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional. El crecimiento restauraría la confianza de que Grecia podría reembolsar sus deudas, haciendo que las tasas de interés bajen y dejando más espacio fiscal para más inversiones que propicien el crecimiento. El crecimiento por sí mismo aumenta los ingresos por impuestos y reduce la necesidad de gastos sociales, como ser las prestaciones de desempleo. Además, la confianza que esto engendra conduce aún a más crecimiento.
Lamentablemente, los mercados financieros y los economistas de derecha han entendido el problema exactamente al revés: ellos creen que la austeridad produce confianza, y que la confianza produce crecimiento. Pero la austeridad socava el crecimiento, empeorando la situación fiscal del gobierno, o al menos produciendo menos mejoras que las prometidas por los promotores de la austeridad. En ambos casos, se socava la confianza y una espiral descendente se pone en marcha.
¿Realmente necesitamos otro experimento costoso con ideas que han fracasado repetidamente? No deberíamos, y sin embargo, parece cada vez más que vamos a tener que soportar otro. Un fracaso en Europa o en Estados Unidos para volver al crecimiento sólido sería malo para la economía mundial. Un fracaso en ambos lugares sería desastroso – incluso si los principales países emergentes hubieran logrado un crecimiento auto-sostenible. Lamentablemente, a menos que prevalezcan las mentes sabias, este es el camino al cual el mundo se dirige.
Joseph E. Stiglitz es profesor de la Universidad de Columbia, Premio Nobel de Economía y autor de Freefall: Free Markets and the Sinking of the Global Economy.
Copyright: Project Syndicate, 2011.
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Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos
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