Si no fuera por la certificación que acaba de hacer la contraloría del Estado en que se encuentra el programa del Vaso de Leche, seguiríamos pensando que allí no pasa nada.
Pues a ese no pasa nada nos han acostumbrado todo el tiempo los administradores del programa, pero sobre todo los políticos de turno.
¡Qué bueno que de pronto una auditoría seria nos abra los ojos en un tiempo electoral crucial, cuando seguramente muchos votos ya se están ganando y negociando con la promesa de hacer del Vaso de Leche una fuente más reforzada aun de la demagogia política y del millonario despilfarro fiscal!
Resulta que solo el 4% de las raciones de vaso de leche distribuidas en el país a niños de entre 0 y 6 años, madres gestantes y adultos mayores, responde a los estándares mínimos de valor nutricional registrados al 2009.
¡Solo el 4% de las raciones! ¡Qué escándalo! ¡Qué vergüenza!
¿Es solo agua con azúcar lo que se le sirve a la gente pobre? ¿Y adónde van a parar centenares de contenedores con alimentos donados y otros tantos adquiridos por el gobierno, los municipios y las presidencias regionales?
Podríamos llegar a la conclusión cruel e irónica de que hay cada vez más peruanos que van dejando la pobreza extrema, pero por lo visto sin pasar por los refectorios del Vaso de Leche, porque terminarían muertos de hambre.
Y eso que el dedo en la llaga puesto por la contraloría no ha querido ahondar públicamente en el negociado detrás del programa, donde postores y proveedores hacen por supuesto su agosto con el gran comprador y pagador que es el Estado.
Vaso de Leche –frase dulce y tierna acuñada por Alfonso Barrantes– que ahora no puede ser nombrada sin sus ejecutoras supuestamente heroicas: las Madres del Vaso de Leche, así en mayúsculas para que todo el mundo aplauda el programa y nadie se atreva a tocarlo. Pobre del político o funcionario que se le ocurra congelar los cheques dirigidos a esta prestación de servicio alimentario.
Está bien que se respete un programa social bien dirigido y administrado, no importa cuánto le cueste al Estado, siempre y cuando no sea un engaño ni un negociado de terceros ni una estafa política.
¿Qué tienen que decir los candidatos presidenciales de esta estafa política tan abierta e impune?
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